domingo, 20 de junio de 2010

hormigas

El vaso con restos de ron y cocacola que dejé ayer en el escritorio ha sido invadido por las hormigas. Unas hormigas pequeñas y anaranjadas que parecen siempre muy agitadas como una banda de saqueadores. Esto en sí mismo no es una novedad ya que estos bichos invaden cualquier resto de comida que dejo aquí por las noches. Es sólo que hasta ahora nunca les había dejado ron con cocacola. No es más que un charquito de dos o tres gotas en el fondo del vaso pero suficiente como para que decenas de ellas se den un festín. Deben haber llegado a las tres o cuatro de la mañana cuando yo me fui a dormir. Ahora sólo quedan unas cuantas flotando en el fondo del vaso y otras adheridas a las paredes de vidrio. Cuando miro más de cerca me doy cuenta de que se mueven. No están muertas. Agitan patas y antenas. Me compadezco de ellas como de cualquier borrachito y vacío el vaso sobre un plato. Con un tenedor voy sacándolas del ron y colocándolas sobre una superficie seca. Pero no se van. Siguen allí agitando patas y antenas sin poder echarse a andar. Veo sus vientres transparentes llenos de ron. Sus pequeñas cabezas poseídas por la resaca.