lunes, 19 de noviembre de 2007

Niebla


Acabo de terminar de leer Niebla, de Miguel de Unamuno. Lo que pienso,(y que además fue lo que le dije a Maríi ayer cuando me preguntó como me iba con la novela), es que para ser una obra de 1914, pues es bastante pastrula. Lo primero que llamó mi atención fue que esperaba un personaje más recatado y en cambio Augusto resultó ser un loco ´e mierda altamente medicable que ve a una chica por la calle y se pone a seguirla como quien caza un bicho. Me pregunto yo… de veras estas cosas sucedían en 1914?. Me emociona pensar que sí. Bueno sigo, resulta que cuando la chica por fin entra a un edificio, Augusto pregunta a la portera por ella y la portera que resulta ser una tipa amable, le cuenta que esta fulana se llama Eugenia, que es profesora de piano y que no tiene novio, pero si algunos pretendientes. Augusto se va saltando en una pata y vuelve al cabo de unos días con una carta muy ñoña para Eugenia que deja con la portera. Lo terrible es que el tipo es un jovén burgués que vive de sus rentas y por tanto no hace más en el día que pensar en la mujer y hablar pastruladas con sus amigos que son otra tira de tostados. Pa colmo de males, el salvaje este recoge un cachorrito que encuentra en la calle a quien llama Orfeo y con quien sostiene largas y profundas conversaciones sobre el amor y la vida. Saquen su línea.


Bueno, para resumir y no arruinarles el libro que pese a todo está muy bueno, después de varios capítulos y una serie de eventos extraños, Augusto termina comprometido con Eugenia. Lo triste es que para este momento uno, tanto como Augusto, ya ha percibido que la tipa es una verdadera perra del infierno a la que ni si quiera le gusta tocar el piano. Para colmo de males, ha entrado a escena otra chica mucho más entrañable llamada Rosario, que es quien entrega en casa de Augusto la ropa planchada y a quien éste suele sentar sobre sus rodillas y llenar de besos. Lo loco es que para este momento, he agarrao el libro y he visto que quedaban poquísimas páginas y me he dicho: Chuchamare, no hay suficientes páginas para que este salvaje de Unamuno pueda terminar este libro! Y es justo ahí es cuando toda la obra ha dado un vuelco radical. Creo que no he quedado tan traumatizado desde que leí El Lobo Estepario y en los últimos capítulos tenía que volver hojas atrás para ver si no había agarrado otro libro por error. Resulta que este tal Augusto, brutalmente consternado por tanta pendejada que le va pasando, va a hacerle el pare al mismísimo Miguel de Unamuno. Total que llega al estudio del escritor y allí mismo entre autor y personsaje se va al carajo toda la historia de Eugenia, Rosario y la madre que las parió, y en cambio este par de animales, se agarran a zapatazos discutiendo cosas como cuál de los dos está inventando la historia y quién, por tanto tiene poder de destrucción sobre el otro. Una cosa digna de peyote. Si no fuera ya las doce de la noche y estuvieran todos dormidos en casa me pondría a gritar y a correr como un mandril. Francamente este Miguel de Unamuno me ha sorprendido. Creo que he de darle nuevas oportunidades a la literatura del siglo pasado. Gracias especiales a Hiro que me prestó el libro.


“Y por qué no he de existir yo? – se decía –. ¿Por qué? Supongamos que es verdad que ese hombre me ha fingido, me ha soñado, me ha producido en su imaginación, pero ¿no vivo ya en la de los otros, en la de aquellos que lean el relato de mi vida? Y si vivo así en las fantasías de varios, ¿no es acaso real lo que es de varios y no de uno solo? Y ¿por qué surgiendo de las páginas del libro en que se deposite el relato de mi ficticia vida, o más bien de las mentes de aquellos que la lean – de vosotros, los que ahora la leéis –, por qué no he de existir como una alma eterna y eternamente dolorosa? ¿Por qué?

(Niebla - Miguel de Unamuno)