viernes, 4 de mayo de 2007

Happiness

No es que me suceda a menudo oír a la gente hablar de esa película. Nunca fue muy popular sabes? Talvez por eso es que cada vez que de pronto estoy en una fiesta, en la calle o en donde mierda sea y alguien la menciona es como si me lanzaran contra la cara una camiseta tuya, y al quitármela de encima como si se tratase de una tonelada de arena, yo fuera nuevamente la Lucía de los diecioho años, la Lucía de los jeans descosidos, peatona aún, sin su flamante autito blanco, la Lucía de la casa de mi abuelo y el perfume hot de benetton, la Lucía de aquella noche en que salí de mis clases de inglés en el instituto de Santa Cruz y te vi recostado contra el muro con tu chompa gris, esa chompa tan linda como de colegial que yo misma te acompañé a comprar, diciéndome todo temeroso que habías venido a verme para que fuéramos al cine, diciéndomelo así, que chistoso, como algo tan normal, como si estuvieses pidiéndome que te acompañase a la bodega a comprar chocolates, sin saber (yo por lo menos no lo sabía) que apenas unas dos o tres horas después, volviendo ya del cine y subiendo por la avenida que nos llevaba hasta mi casa, yo estaría con la cara pegada a tu chompa gris, preguntándome qué mierda hacía yo sintiendo todo aquello por mi mejor amigo, llena de pánico, o de alegría talvez, pero como si la alegría fuese igual a saltar desde un rascacielos, o ser un bomba nuclear resbalando hacia el espacio desde la plataforma de un bombardero, para caer a través del vértigo y estrellarme inevitablemente contra tus labios que se abrían como una ciudad dormida y darnos el primero de quien sabe cuantos otros cientos de besos más que le siguieron a ese, cayendo como una fila de dominós, en la sala de tu casa, sobre mi cama, y en cada rincón que encontramos disponible y que se detuvieron solamente dos años después apenas a unas cuadras de donde todo empezó la noche en que vimos Happiness.



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