miércoles, 9 de mayo de 2007
Bruno
Que duro es pasar por tu casa y saber que ya no estás alli Bruno, que estás tan lejos allá en Barcelona caminando junto a esa estatua de Colón que tú dices que nos apunta a nosotros mientras Gonzalo y yo bebemos cervezas en cualquier parque de Lima y te imaginamos mirando la estatua de Colón, acomodándote la gorrita, quizás ya no la lleves allá en Europa porqué allá hace frío Bruno y no sabemos que ropa llevas puesta, qué haces, a qué hora te despiertas, que cocinas, que cosas se ven desde tu ventana. Es difícil Lima sin ti, Bruno. Tenías una forma tan tuya de poner las cosas en orden. Una forma de llevarnos en tu carro marrón viejísimo y cagarte en nuestras ganas de oír música contemporánea, a la mierda con Gonzalo y sus cinco discos del Salmón y en mis cds de Coldplay. A la mierda con el Pet Sounds. Sacabas esa caja de casettes. Mierda Bruno ¿Quién carajo usa casettes en el dos mil siete? qué te pasa? Casettes de Coltrane, Miles Davis. No entendíamos nada. Pero quién necesitaba entender algo sentados allí en tu carrito marrón estacionado en el grifo de Comandante Espinar comprando latas y latas de cerveza y hablando de literatura. Y hoy cuando pasé frente a tu casa, Bruno, también llevaba una lata en la mano. Pero era diferente. Porque entonces en mi cerveza no había nada de maravilloso. No habían cuentos, ni grifo, ni jazzz ni ganas de nada y tuve que dejarla allí al pie de tu casa como una ofrenda, media llena al borde de la vereda, tomar un taxi, poner el ipod a todo volumen y no pensar en ti más o talvez pensar, pero soñando con que Barcelona es una ciudad horrible donde el único punto luminoso es una estatua de Colón con el dedo levantado, apuntando hacia cualquier parque de América donde Gonzalo y yo bebemos unas cervezas y pensamos: mierda, ojalá Bruno estuviese aquí.