Bajé hasta el grifo porque N había dicho – en los grifos venden – y yo pensé – qué raro que en los grifos vendan rizla – pero efectivamente vendían y yo tenía diez soles de hierba que en cualquier otro país es nada pero en mi país es un pocotón como del tamaño de un hot dog. Así que subo al cuarto y la gente esta dormida, pongo música, la gente está dormida y trato de armar el coso. Nunca había armado un coso de estos pero me pareció tan barato un paquete de papelitos, diablos un sol y cuarenta centavos y me lo llevé y tenía en mi cajón de las medias el pocotón de marihuana así que lo saque y comencé a armarlo. Yo nunca había armado uno de esos. Solo veía a Gonzalo armarlos, el carro iba en movimiento pero Gonzalo los armaba muy bien y tenía cinco años menos que yo. Ahora yo tenía mi propia hierba. Pero ahora eran las dos de la mañana y el armado me quedó horrible. Lo bueno es que si se pegó el papel. No sabía si pasarle la lengua a la parte luminosa o la mate. Pero al final le pase la lengua a la luminosa y el papel se enrolló perfectamente. Así que traje unos fósforos de la cocina y me lo fumé. Luego todo me pareció tan bonito. Puse una canción de los beatles que duró como veinte minutos. No recuerdo que hubiese una canción de los beatles que durase tanto. Pensaba un poco en la chica que me vendió el rizla en el grifo y pensé – esta chica jamás ha fumado marihuana y sabe que estoy comprando esto para la marihuana pero igual me sonríe – y me dieron ganas de ir a verla. Pero en cambio me quedé en mi cama y traje el kaleidoscopio que me había regalado Patricia y me quedé viendo las imágenes que se formaban mientras yo lo giraba.