viernes, 23 de marzo de 2007
viernes por la noche
Antes yo decía "Tengo veintisiete años", e inmediatamente contaba la historia de como muchas de las mas luminosas estrellas de la música: Morrison, Hendrix, Janis y Cobain habían muerto a esa misma edad. Era algo que me gustaba contar, porque me mantenía vivo, como si aún hubiese la posibilidad de que yo mismo me convirtiese en algo importante. Sin embargo, sé que aunque tengo una guitarra eléctrica excelente y el cabello desordenado como ellos, dudo mucho que alguien dejaría su cama para ir a verme tocar en un bar. Lo peor de todo es que acabo de cumplir veintiocho y ya no puedo contar la historia. Voy a las fiestas y aún bebo o bailo como un desquiciado pero mientras vuelvo a casa caminando entre las luces de los faros, ya no espero encontrarme con ninguna chica llorando al borde de la vereda que necesite de mi ayuda o con un grupo de idiotas que quieran golpearme o con cualquier posibilidad que exista de cambiar mi vida. Todo es como dejar la ciudad en esas estúpidas carreteras sin curvas que te llevan a la playa. Vas oyendo música en el aparato del auto y de pronto allá están tus dieciséis años bailando a oscuras con la chica más bonita del colegio. Allá están tus veinte tomándose fotos en una ciudad nueva y de pronto tus veintiocho como unas de esas máscaras que les ponen a los caballos para que solo miren adelante. Hoy es viernes. Como todos los viernes estoy escribiendo mientras oigo música. Cuando termine esto me ducharé y al rato iré al bar donde están celebrando algún cumpleaños de algún amigo al que le prometí ir. Volveré caminando. Nada sucederá. Eso durante años. Entonces algún día cumpliré cuarenta, subiré hasta el último piso de mi edificio y habrá que tomar una deicisión. No veo que pueda suceder de otra forma. Sin embargo, por ahora, aún me quedan unos cuantos años antes de que toparme con ese momento. Y la ducha ya está lista. Calculo que deben estar esperándome en el bar.