jueves, 27 de septiembre de 2007

la muy bitch

Estas son las nuevas.

Por la mañana Lucía me ha mostrado uno de sus úlimos cuentos y al leerlo me he dado cuenta que es mucho mejor escritora que yo. Mi novia tiene ocho años menos, un cuerpo caliente y ahora además parece ser, que es mejor escritora que yo. Estuve leyendo sus cuentos por la mañana. No recuerdo haber escrito algo así de bueno en mucho tiempo. Luego he leído otro. Estaban colgados todos en una página con fondo blanco. Este era aún mejor que el primero. Por un momento olvidé que se trataba de ella. La idea de estar cogiéndome a alguien que escribía así me perturbaba. Además me había traído a su oficina una de sus fotos y me estaba mirando con sus lentecitos rectangulares mietras la leía. Parecía inocente de todo crimen. Francamente me ponía loco. Se la había tomado sentada en el piso de su casa al pie de la ventana. La luz le daba en uno de los lados de la cara y tenía un gesto en la boca como el de una niña a la que nunca han besado y que no va a dejar que seas el primero. Si yo hubiese sido el fotógrafo y no hubiese podido arrancarle la ropa después de tomar la foto hubiese tenido que salir a matar a alguien. Bueno, así dice una canción. Le he dicho a Lucía que sus cuentos estaban muy buenos y se ha ido muy contenta a la universidad, tan inocente.

Yo me fui a la librería y estuve mirando. Habían libros del autor que Lucía esta leyendo. Iba a comprarme uno pero luego recordé que no tenía más que treinta y seis soles en la cuenta. Al pasar por uno de los estantes de la librería me pareció ver el nombre de un viejo amigo de la universidad en la portada de un libro. No era su nombre. Era otro autor con un nombre parecido al de mi amigo, que de hecho ya no escribe hace años. De todas formas me llevé un buen susto. Vamos, envidia. Al cabo de un rato, todos los libros de la librería me recordaban a amigos cercanos. Kureishi era Sussane, Keroac Gonzalo, Kafka Bruno y así sucesivamente. He venido corriendo a la oficina a intentar escribir algo, pero al parecer ya sólo se me ocurre contar lo que me pasa. Se me han acabado las buenas historias.

Hoy le he prestado a mi papá cuatro mil soles. Son los ahorros para el próximo año. Voy a dejar de trabajar y dedicarme a escribir. Fuimos al banco. Pedimos billetes altos. Después de retirar los cuatro mil me quedaron treinta y seis soles en la cuenta. Nada. Nos hemos despedido en la esquina porque mi papá salia de viaje. El dinero me lo devolverá en una semana. He volteado desde la esquina a ver como se va. No veo para qué va a devolverme los cuatro mil soles. Se me han acabado las historias y mi novia es mucho mejor escritora que yo.

Voy dándole la vuelta al óvalo Gutiérrez y veo al arcángel en la cima del monumento. Lleva una espada y un escudo. Me recuerda al de Faraway so Close. Frente al cine algunos skaters hacen trucos sobre un bloque de cemento. En el mc donalds de la esquina la gente come sus hamburguesas sin ganas. Me alejo de todos ellos y enfilo hacia casa. - Cuando menos estoy enamorado de la muy bitch - pienso - Talvez no todo esté perdido.