Es domingo. He salido del cuarto y mi tía estaba encerando la sala. Llevaba medias blancas en las manos y con eso esparcía la cera anaranjada que iba echando sobre el parquet. Yo la observaba. Observaba sus bonitos ojos verdes. - Luego enceramos tu cuarto - me ha dicho apuntándome con uno de sus guantecitos. Le he dicho que no se va a poder porque estoy escribiendo. - Siempre estás escribiendo - dice sin enojarse - Nunca me dejas entrar-. Por unos segundos nos hemos estado observando sin saber que más decirnos. Entonces he vuelto a mi cuarto. Al llegar, prendo la pc y veo que lo último que escribí tiene que ver con una chica que conocí en un bar y de la que vagamente me acuerdo. Giro la cabeza inspeccionando el lugar. Es como aquel capítulo de los expedientes secretos X en que Mulder se levanta y no sabe dónde coño está. El tanque de la ropa sucia está lleno pero no recuerdo haber salido a ningún lugar o hacer algo importante, hay varios discos fuera de sus cajas y otros sin marcar, también veo una bolsa de La casa verde con algunos libros, que según parece aún no he tocado y tengo montones de papeles arrumados al pie de mi cama. No consigo entender qué he estado haciendo todo este tiempo aquí ni porqué mi tía cree que he estado escribiendo. Cojo un disco al azar y lo meto a la pc. - ¿Cómo que escribiendo? - me pregunto mientras le doy play – ¡Esto debe ser lo primero que escribo en meses! -